Entrevistas

El gran reto artístico de ensamblar 300 músicos y cantantes para la interpretación del Réquiem de Guerra de Benjamin Britten, es más que un concierto. La unión de dos orquestas (Filarmónica y Sinfónica), ocho coros y tres solistas, es un mensaje de convivencia y tolerancia que se transmite a un país que busca la paz. El encargado de cada uno de los detalles de la fusión, es el maestro francés Olivier Grangean. Los conciertos tendrán lugar en la Iglesia 20 de julio, el sábado 11 de junio, a las 11 a.m., y en la Catedral Primada, el domingo 12 de junio, al mediodía.

Olivier Grangean (director)

Fotografía tomada de: Olivier Grangean Google+

Para un director siempre es un reto ensamblar una orquesta con un coro y con todo tipo de obra, pero esta obra es más que gigantesca, y además estamos en un evento particular, entonces, yo pienso que es doble reto para mí y para la orquesta. El mensaje que tenemos que dar el sábado y el domingo es un mensaje de unión, unificación y paz. Estamos ensayando con músicos que nunca tocan juntos, coros que muy poco cantan juntos, con solistas que acaban de llegar, es una locura, es un challenge poder unir toda esta gente en tan poco tiempo. El hecho de saber que ese concierto es un símbolo alrededor del proceso de paz en Colombia, provoca que todos los músicos tengan una energía particular.

El mundo musical no es más conflictivo que otros mundos, una orquesta es una micro sociedad, en una orquesta se consiguen todo tipo de personajes, de caracteres, ondas diferentes y visiones diferentes de la vida. ¿Por qué no podríamos hacer lo mismo a nivel de un país y del mundo? Es quizás una utopía, es el mensaje de Britten y de Wilfred Owen, el poeta. Pero sin utopía, si no podemos soñar un poco que el mundo podría vivir en paz, no hay posibilidad de evolucionar. Es difícil imaginar un mundo sin conflicto, el ser humano evoluciona con conflictos, Jesucristo y Buda tuvieron muchos conflictos, a pesar de ser sabios. Las crisis nos permiten evolucionar.

César Gutiérrez (Tenor)

Fotografía tomada de: http://www.cesaraugusto.at

Es un momento que debe despertar conciencia sobre muchas cosas, en este país hay muchas cosas a nivel social qué analizar, cambiar y redirigir, y uno de los elementos para poder redirigir ese tipo de cosas, es la cultura, nosotros estamos aquí haciendo un aporte a nivel cultural, estamos exponiendo lo mejor que tenemos en este país, para dar un mensaje a todos los entes protagonistas de lo que estamos llamando el proceso de paz, para que entiendan que un país sin cultura es un país muerto y que la guerra nace del desconocimiento. ¿Qué es lo que queremos? Queremos hacer música, que los escenarios suenen, que se apoye la cultura y se apoye la educación, que son la base de un porvenir mejor.

Desde el punto de vista de la dramaturgia, la obra es supremamente compleja, las partes del tenor y el barítono, están enfocadas en expresar los sentimientos más contrastantes, la vivencia en carne propia de la persona que está inmiscuida en la guerra, se narra el sufrimiento, la crueldad y en un momento dado, el primitivismo del ser humano. Musicalmente es una obra compleja, difícil de interpretar, difícil de ensamblar.

Valeriano Lanchas (bajo-barítono)

Para mí siempre es un honor cantar con la Filarmónica de Bogotá y con la Orquesta Sinfónica Nacional de Colombia, porque yo crecí aquí, son mi casa y es muy emocionante que nos reúna una obra como el Réquiem de Guerra de Britten, justamente cuando estamos ad portas de firmar la paz. Britten mezcló la misa en latín con poemas de  Wilfred Owen, que fue un soldado que murió a los 25 años en batalla en la Primera Guerra Mundial, escribió unos poemas preciosos pacifistas recalcando la inutilidad de la guerra. La guerra solo deja desolación, la guerra es estéril y aquí nos ha costado 60 años enterarnos.

Yo pienso en el significado de las iglesias…qué más bonito que cantar en el templo del divino niño del 20 de julio del ‘Yo Reinaré’, tan hermoso, y pues la Catedral Primada en el centro de Bogotá que ha sido testigo de mucho horrores, solo recordar la toma del Palacio de Justicia. Entonces, poder cantar este llamado a que la guerra no sirve para nada, a pocos metros donde un tanque de guerra le disparó al Palacio de Justicia cuando yo era niño, un cosa que no se me olvida, matando indiscriminadamente, cantar esto ahí, tiene un peso enorme. Si la catedral hablara, esa es la historia de Colombia. El Bogotazo pasó por el frente, ahí está enterrado Jiménez de Quesada.