Entrevistas

El director de Orquesta alemán, Jonas Alber, se presenta por segunda vez con la Orquesta Filarmónica de Bogotá. Jonas Alber es reconocido por la capacidad en el manejo del repertorio sinfónico y operístico y por su larga trayectoria con la mayoría de orquestas alemanas.

El maestro habló del papel de los directores orquestales en un mundo cambiante y dominado por la tecnología. Asegura que el rol de quienes tienen el poder de la batuta debe cambiar de la arrogancia a un estilo pedagógico. Dice que soñaría con dirigir la Orquesta Filarmónica de Viena.

OFB: ¿Cómo está construido el programa de los próximos conciertos de la Orquesta Filarmónica de Bogotá?

Jonas Alber: Somos afortunados de tener este increíble solista, el oboísta Orlin Petrov, quien interpretará el concierto de Bohuslav Martinu. Y como este compositor Checho hace parte del siglo XX, propuse una sinfonía del romanticismo tardío, la Sinfonía No. 2 de Jean Sibelius. Por su parte, la directora de la Filarmónica, Sandra Meluk, decidió que Variaciones sobre un tema de Haydn de Johannes Brahms, combinaba bien con las otras piezas.

OFB: Usted ha dirigido muchas orquestas en Europa ¿Cuál es la orquesta que soñaría dirigir?

Jonas Alber: Hay una gran diferencia entre las orquestas sinfónicas y de ópera en Europa. Cada noche, unas orquestas tocan óperaS como la Traviata, Madame butterfly y al día siguiente, otras orquestas tocan sinfonías. Yo también dirijo óperas y cuando vengo a dirigir una Orquesta Filarmónica como la de Bogotá siento que necesitan menos ensayos, porque están más acostumbrado al repertorio sinfónico.

OFB: ¿Pero hay alguna orquesta que le gustaría dirigir?

Jonas Alber: Yo estudié en Viena y por supuesto, la Filarmónica de Viena es la que me encantaría dirigir, pero será en la próxima vida.

OFB: ¿Por qué es imposible?

Jonas Alber: No es imposible, solo que hay muchos directores para las orquestas, imagínate cuántas orquestas hay en Colombia y cuántos estudiantes de dirección se gradúan cada año en Suramérica, probablemente 500.

OFB: ¿Cuál es el futuro inmediato del rol del director de orquesta?

Jonas Alber: Es una pregunta muy interesante, porque hay una vieja tradición de que el director dirige y se va, como un dios. Eso está cambiando y necesitamos más directores que traigan el significado de la música para la gente, que puedan hablar con la gente, que estén abiertos a las ideas de los jóvenes. Por ejemplo, Hebert von Karajan, nunca condujo una orquesta joven y eso hoy ya no es posible. Enseñar no es la palabra exacta, pero se necesita algo más pedagógico. En cambio Bernstein, hablaba con los jóvenes, explicaba cosas en el piano, cómo estaba escrita una sinfonía, interactuaba con gente de la calle y bailarines. Respecto a Suramérica, Europa ha aprendido mucho con el Sistema de Orquestas de Venezuela.

OFB: ¿Cuáles son los pecados más grandes de los directores de orquesta, desde la perspectiva actual?

Jonas Alber: Toscanini, por ejemplo, gritaba mucho a los músicos, los trataba como esclavos, botaba las partituras encima de ellos. Eso no pasaría hoy, puedes ser un excelente director, pero si haces algo así estás afuera. Hoy es mucho más libre y democrático en comparación con los años 40 y 50. La dirección es más un trabajo en equipo, que la arrogancia de un dictador.

OFB: ¿Esta es la segunda vez que se presenta con la Filarmónica de Bogotá ¿Qué ha podido apreciar?

Jonas Alber: No he visto mucho más allá de la Orquesta Filarmónica de Bogotá, pero veo que hacen muchos proyectos de educación con niños, es una orquesta disciplinada que le gusta trabajar y que si la comparamos con las orquestas alemanas, la de Bogotá está muy bien preparada.

OFB: La última vez que usted se presentó con la OFB, el público hizo buenos comentarios de su trabajo, ¿sintió esa recompensa del público?

Jonas Alber: Sí, absolutamente, ese fue un público joven y de edad media. En comparación con Europa, el público es mayoritariamente de más edad.

OFB: ¿Cuál es el futuro de la música clásica?

Jonas Alber: Esa es la razón por la que Europa hacen tantas cosas como conciertos didácticos para atraer a la gente. Hace 100 años para una persona educada y bien posicionada, era clarísimo que tenían que ir a conciertos de música clásica, era parte de ser una buena persona, ahora, hay muchas cosas alrededor que han cambiado esa visión.